Una figura solitaria
parada en el sendero del olvido,
el rostro cubierto
contra el sol y el tiempo
contempla la distancia
escucha en silencio antiguos sonidos
de cuando la nieve
cubría aún la montaña
y los espíritus de los siglos
todavía rondaban sus entrañas
Su piel, como la tierra
cruzada de surcos
ha visto la luna y las
estrellas,
se ha bañado en eclipses
perfumado de ocasos
estremecido entre dos rayos de primavera
“nada esta escrito en piedra",
piensa mientras escribe
un poema con sus huellas
en la arena del camino…