Abrapalabra
Sinfonía cristalina en do mayor
Caen tímidas gotas de lluvia
burlonas y saltarinas
escasamente humedecen
el frío pavimento
rebotan en mi sombrero
como si un inesperado tamborilero
entonara juguetón el son del agua
se mecen en las ramas
se trepan por las enredaderas
inundan los pétalos desvanecidos
espantan a los gatos de sus mullidos sueños
despiertan la tierra seca y dormida
detrás viene toda la orquesta
sinfonía cristalina en do mayor
las trompetas anuncian los truenos
y las tamboras retumban con el cielo
por un clarinete se desborda un riachuelo
y las calles se vuelven un zig zag
por donde circulan
los húmedos ritmos del invierno
la canción resbaladiza
suena ahora en la tierra y en los techos
frente a mi ventana
un pentagrama de gotas
escribe nota a nota
las blancas, negras, redondas y corcheas
de una tonada
que se desliza de cristal en cristal
y de cielo en cielo,
instrumento de nubes
tocado por los dedos sutiles
de la lluvia y el viento...
Oda al Che, a los 50 años de su asesinato
Oda al Che
Octubre 9 de 1967-Octubre 9 de 2017
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Che Guevara
que estás en todas partes
en las ventanillas de los buses,
en la Plaza de la Revolución,
en camisetas, carteles y cantinas,
en las ventas de artesanías,
en plazas y mercados,
en tarjetas postales,
pintado en las paredes,
retratado junto a Marilyn Monroe y Andy Warhol,
A ti, Che Guevara,
que no compites ni con Jesucristo ni Madonna
no te encendemos velas
ni te hacemos altares,
porque el planeta mismo es tu altar,
desde Bolivia hasta Venezuela
y desde Cuba hasta Compostela,
por ti peregrinamos junto con Carlos Puebla
de canción en canción
y de poema en poema
para recordar el humilde portal
donde te asesinó
un malparido agente de la CIA,
y nos declaramos contigo
guevaristas y revolucionarios
por los siglos de los siglos,
¡Amen!
Figura callejera...
Andaba perfumada con una leve sonrisa,
no se detuvo a examinarme,
ni yo le escurrí la mirada por su cuerpo,
nos cruzamos por la calle
como dos extraños,
ella me lanzó una mirada furtiva
yo le sonreí con mi sombrero de mediodía,
ella portaba un rictus de amargura
que le ocultaba la cara
y parecía flotar
por aquella calle polvorienta,
me hubiera gustado que actuara
en la película de mi vida,
que no fuera
simplemente una extra
en una escena callejera,
todo era perfecto para encontrarnos,
el viento que hacía temblar los sauces,
la nube que enmarcaba la montaña,
vivimos un instante intenso,
ella tratando de ignorarme
y yo tratando de ignorar
que ella me ignoraba.
No sé por qué, pero a pesar de todo
creo que nunca me hará falta.