Andaba perfumada con una leve sonrisa,
no se detuvo a examinarme,
ni yo le escurrí la mirada por su cuerpo,
nos cruzamos por la calle
como dos extraños,
ella me lanzó una mirada furtiva
yo le sonreí con mi sombrero de mediodía,
ella portaba un rictus de amargura
que le ocultaba la cara
y parecía flotar
por aquella calle polvorienta,
me hubiera gustado que actuara
en la película de mi vida,
que no fuera
simplemente una extra
en una escena callejera,
todo era perfecto para encontrarnos,
el viento que hacía temblar los sauces,
la nube que enmarcaba la montaña,
vivimos un instante intenso,
ella tratando de ignorarme
y yo tratando de ignorar
que ella me ignoraba.
No sé por qué, pero a pesar de todo
creo que nunca me hará falta.