Vendedor
de valiosas baratijas
encantador de culebras
muertas de la risa,
profeta de lo que ya ha pasado,
vencedor
de una y mil batallas
en las que nunca ha peleado,
orfebre de objetos de barro
manicurista de leones disecados,
Casasanova
de cementerios y ataúdes
viudo eterno
de un plato de pescado,
enemigo
de profesores y filósofos,
para él
pensar es un pecado,
especialista en arreglar
lo que no se ha roto,
los niños gritan a su paso:
"¡El emperador está empeloto!"